MOTIVACIONES PARA GANAR ALMAS
La vasta mayoría de cristianos de nuestras iglesias no evangelizan, y durante
el curso de sus vidas no llevarán un alma al Maestro. Algunos no evangelizan
porque son ignorantes de la mecánica y esencia del evangelismo. La mayoría, sin
embargo, no evangelizan porque carecen de la motivación adecuada para
alcanzar a los perdidos.
Las siguientes motivaciones, primero para el pastor y luego para su pueblo en general, deberían provocar que los cristianos en general
se involucraran en la sagrada y urgente tarea de llevar el evangelio a los perdidos.
Motivaciones para el pastor
Todas las motivaciones siguientes ciertamente son aplicables para todos los
creyentes, los cuales debieran hacer todo esfuerzo por situarse en el plano más
alto en obediencia a Cristo. No obstante, la necesidad de motivar al pastor es
crucial porque él puede servir como catalizador para llamar a su pueblo a una
vida de testimonio para el Salvador.
Pastor, considere las siguientes motivaciones
a fin de estar activamente involucrado en el evangelismo.
Obediencia a Cristo. Como pastores bajo el Gran Pastor, los pastores están
bajo la designación del Gran Pastor, y es su responsabilidad evangelizar a los
perdidos.
No solo son responsables de alimentar al rebaño, también deben
incrementar el rebaño haciendo obra de evangelista. El gran motivo del apóstol
Pablo para predicar el evangelio a los perdidos era su responsabilidad de cumplir
con la administración que le había sido concedida por Cristo (1 Co 9.16-17).
Green, en su grandioso libro Evangelismo en la Iglesia Primitiva, declara que,
desde el principio, la obediencia a Cristo era un gran factor para motivar al
cumplimiento de la gran comisión. Los cristianos primitivos sentían que era «su
responsabilidad delante de Dios vivir vidas congruentes con su profesión… El
reconocimiento de la responsabilidad personal ante Dios, el Juez soberano, era
una prominente espuela para el evangelismo en la iglesia primitiva».
El
evangelismo para el pastor no es un don, ni es una opción. Es un mandato ¡que
debe tener cuidado en obedecer!
Amor de Cristo. Pablo presenta el amor de Cristo como una motivación para
su ministerio cuando declara: «Porque el amor de Cristo nos constriñe
(controla)» (2 Co 5.14). En los versículos siguientes, Pablo presenta varias
razones de su perseverante ministerio de evangelización. Cristo nos ama, y ama
el mundo por el cual murió, de manera que desea que el mundo sea redimido y
reconciliado con Él. Por esa razón, los ministros de Cristo sirven como ministros
de la reconciliación (2 Co 5.18-21).
Se ha dicho con respecto a los cristianos
primitivos:
Estos hombres no extendieron su mensaje porque era conveniente para ellos
que lo hicieran, ni porque era algo socialmente responsable que se debía hacer.
No lo hicieron primordialmente por razones humanitarias o utilitarias. Lo hicieron
por la sobrecogedora experiencia del amor de Dios que habían recibido por medio
de Cristo. El descubrimiento de que la fuerza principal en el universo es amor, y
de que este amor había descendido hasta el mismo nadir de la humillación por bien de la humanidad, tuvo un efecto en quienes creyeron que nadie fue capaz de
quitar.
El amor por Cristo nos motivará a alcanzar a la gente, del mismo modo que
motivó a la iglesia primitiva. Si amamos a Cristo y si conocemos algo del amor de
Cristo, estaremos involucrados en la suprema tarea de compartir el amor de
Cristo con otros. ¿Cómo podemos atrevernos a hacer menos?
Amor por la humanidad. Un amor genuino por los pecadores también incita
al evangelismo. Las almas iluminadas con velos descubiertos, que han
experimentado la regeneración, escapado del tormento eterno y recibido la
promesa del Espíritu Santo, considerarán de forma natural la aterradora
condición de sus conciudadanos. La compasión por los perdidos moverá los
corazones de los cristianos a conseguir a los perdidos con el mismo remedio que
alcanzó sus propias almas.
El gran apóstol amó a sus compatriotas con un afecto
tan profundo que su alma agonizaba por su salvación. Pablo testifica dos veces
de su gran amor en su epístola a los romanos:
- «Porque deseara yo mismo ser
anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis
parientes según la carne» (Ro 9.2-3).
- «Hermanos, ciertamente el anhelo de mi
corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación» (Ro 10.1).
¡Qué
amor! ¡Qué celo!
La evangelización tiene sus raíces en el amor por los pecadores. El amor
impulsó a Dios (Jn 3.16), el amor impulsó a Cristo (Lc 19.10) y el amor impulsó
también a la iglesia primitiva.
"Pero estos cristianos primitivos creían implícitamente que Jesús era la única
esperanza para el mundo, el único camino a Dios para la raza humana. Ahora, si
tú crees que fuera de Cristo no hay esperanza, es imposible poseer un átomo de
amor humano y bondad sin ser asido por un gran deseo de traer a la gente a este
camino de salvación.
No nos sorprende, por tanto, hallar que la preocupación por
el estado de los no evangelizados fuera una gran fuerza que motivara la
predicación cristiana del evangelio en la iglesia primitiva. Es una gran contradicción ser llamado hijo de Dios—aun peor, ministro
cristiano—sin tener amor por las almas.
Packer dice: «El deseo de ganar a los
perdidos para Cristo, debe ser… la fluidez espontánea y natural que surge del
corazón de todo aquel que ha nacido de nuevo… Permítanme enfatizar
nuevamente: si nosotros hemos conocido algo del amor de Cristo por nosotros, y
si nuestros corazones han sentido cierta medida de gratitud por la gracia que nos ha salvado de la muerte y el infierno, entonces esta actitud de compasión y
cuidado por nuestros necesitados conciudadanos tendrá que venir a nosotros de
manera espontánea y natural».
En un libro como éste, es conveniente encender el fuego por el evangelismo
en aquellos que deben ser la vanguardia de la iglesia en el rescate de almas del
fuego del infierno. ¿Somos ministros con amor por los perdidos? ¿Nos sentimos
cargados y preocupados por nuestros conciudadanos? El siguiente párrafo debiera
incitar al ministro para alcanzar a otros:
Un liderazgo compasivo en los movimientos cristianos del mundo es ahora
nuestra mayor necesidad. Todo nicho de este mundo perdido necesita el
ministerio de un alma encendida, ardiendo y alumbrando, con la sangre caliente
por el celo y la convicción de un evangelio conquistador. La podredumbre de la
sequía espiritual es peor que la plaga de Egipto y que las tormentas de mil
Saharas para las iglesias de Jesucristo a través del mundo.
A menudo el ministro
se encuentra en una rutina, secándose, viviendo una vida profesional, sin poder,
sin merecer ser ministro porque no tiene pasión por Dios ni por las almas, ni
poder para un servicio eficaz. Que nuestro Dios encienda el fuego sagrado del
evangelismo en todas nuestras iglesias y púlpitos que sean necesarios.
Motivaciones para el pueblo
Después de motivar al pastor a la evangelización, la segunda gran necesidad
es motivar las filas de cristianos para que se involucren en esta vital labor de
ganar almas. El cristiano promedio necesita estar quemándose con un celo
ardiente por las almas perdidas.
«¡Cuán enorme, maravilloso y glorioso sería el
resultado», manifiesta Torrey, «si todos los cristianos comenzaran a ser
trabajadores activos en la medida de sus habilidades!».
De hecho, los momentos más grandiosos de expansión en la historia de la
iglesia han venido por medio de esfuerzos realizados por las multitud de
creyentes sencillos. El historiador cristiano Latourette declara: «Los agentes
principales en la expansión del cristianismo parece que no han sido quienes lo
convirtieron en una profesión para sí mismos en la mayor parte de su ocupación,
sino hombres y mujeres que llevaron su vida de cierta manera secular y hablaron
de su fe a quienes se encontraban en ese ambiente natural».
Los líderes de la
iglesia necesitan movilizarse, motivar, equipar y soltar sus iglesias en las
comunidades paganas donde se encuentren. El evangelismo nunca ha sido ni
puede ser únicamente del profesional, del pastor o de unos cuantos
seleccionados. Es la prerrogativa y privilegio de las multitudes en nuestras iglesias, aunque necesitan ser equipados y motivados para hacer el trabajo.
Algunos creyentes no evangelizan porque nunca han recibido instrucción
sobre cómo evangelizar. Otros no evangelizan debido a que nunca han visto la
necesidad de evangelizar. Incluso otros no mantienen una parte activa en el
evangelismo porque no tienen nuevas oportunidades para compartir su fe.
Todo
pastor debe motivar la actividad evangelística en sus parroquianos, entrenarlos y
cuidar que lo hacen.
¿Qué puede hacer el pastor para motivar a su gente?
Considere cinco sugerencias para lograrlo.
1. El pastor motiva por medio de su ejemplo. El Señor dijo a sus discípulos:
«Venid en pos de Mí, y Yo os haré pescadores de hombres» (Mt 4.19). Jesús
hizo la obra de evangelismo, y a la vez dio a sus discípulos una demostración de
cómo evangelizar y una motivación para hacerlo.
Coleman asevera con relación a
los hábitos del Señor: «Por medio de esta demostración personal, cada aspecto
de la disciplina personal en la vida de Jesús fue legado a sus discípulos, pero lo
que puede haber sido lo más importante a la luz de su propósito último es que se
mantuvo enseñándoles cómo ganar almas todo el tiempo».
Si un pastor gana almas, al hacerlo animará a su gente a que ganen almas por
medio de su ejemplo. Spurgeon escribe en su clásico El ganador de Almas:
«Nosotros debemos dar siempre un ejemplo honesto. Estoy seguro de que un
pastor perezoso no tendrá una iglesia con un celo vivo. Un hombre que es
indiferente, o que hace su trabajo tomándolo lo más fácil posible, no puede
esperar estar rodeado de gente deseosa de ganar almas».
¿Estamos involucrados
en el tema de ganar almas? ¿Nos sentimos frustrados porque nuestra gente es
perezosa y apática a la hora de alcanzar a otros? Tal vez debemos encender las
ascuas nosotros mismos. Entonces nuestra gente seguirá el ejemplo.
2 . El pastor motiva por sus expectativas. La mayoría de la conducta es
aprendida. De ahí que, en evangelismo, la gente hará eventualmente lo que se
espera de ellos. El evangelismo no es prominente en las epístolas del NT. Es
como si Dios esperara que su gente evangelice sin constantes recordatorios.
Necesitamos responder a dicha expectativa y comunicar esa actitud a la
congregación. Las referencias excesivas a todos los obstáculos que encontramos
en el proceso de la evangelización y una continua mención de las dificultades de
la tarea solo extinguirán las llamas de los más ardientes ganadores de almas;
tampoco servirán para motivar a los más tímidos.
3. El pastor motiva por sus exhortaciones. El pastor como voz principal es también el mejor motivador, y tiene que hacer uso de su carisma en el púlpito
para animar a la gente a ganar almas. Los sermones sobre evangelismo personal
deben sazonar la agenda anual de la predicación. Una serie de sermones sobre
evangelismo produce maravillas para motivar los corazones a ganar almas con
pasión. El predicador no debe temer inmiscuirse en la soberanía de Dios, o poner
una carga de culpa en su gente. Si no se preocupan lo suficiente por otros como
para anunciarles la gracia salvadora de Cristo, necesitan sentirse culpables
porque, de hecho, son culpables de desobediencia a la Gran Comisión.
Como
pastores y predicadores, necesitamos tales exhortaciones relativas a ganar almas;
cuánto más el cristiano promedio, cuyo corazón está endurecido por el contacto
diario con un mundo pecador. Mantengámoslos con amables pero solemnes
recordatorios de los peligros de la incredulidad y el poder transformador del
evangelio.
4. El pastor motiva con la alegría de nuevos convertidos. El mejor modo de
preparar la bomba del evangelismo es añadiendo nuevos creyentes a la iglesia.
Así como un recién nacido añade alegría a un hogar, también lo hace un nuevo
convertido a la iglesia. El testimonio de una vida cambiada, la demostración
visible del poder del evangelio, la inocencia y sinceridad de un nuevo cristiano,
todo esto puede crear un vigor renovado por las almas perdidas.
A menudo es el
(la) nuevo cristiano quien dirige la carga por un mundo perdido. Los nuevos
creyentes introducen nuevos rostros cuando presentan ante la iglesia a sus amigos
y familiares que necesitan al Salvador. El pastor necesita utilizar sabiamente este
celo y alegría para promover una renovación en el evangelismo.
5. El pastor motiva promoviendo unos esfuerzos evangelísticos especiales.
Aun en las mejores circunstancias, las iglesias pueden alcanzar un punto donde el
número de gente perdida accesible para la iglesia disminuye dramáticamente. Se
requieren esfuerzos especiales para proveer a los cristianos oportunidades nuevas
para compartir su fe. Éstas pueden ser en forma de reuniones evangelísticas en la
iglesia o en sitios donde se conduzca el evangelismo, cruzadas para toda la
ciudad, estudios bíblicos evangelísticos en los hogares, campañas de distribución
de literatura, viajes misioneros de corto plazo, programas deportivos de
evangelización y actividades similares.
El punto aquí es que no solo se hagan los
eventos; necesitan planificación y promoción, y normalmente eso comienza con
el pastor o los líderes de la iglesia. Aquí tenemos una excelente y motivadora
forma para lograr que una gran porción de la iglesia se involucre en el
evangelismo, pero la clave es, de nuevo, el pastor.
Estos eventos necesitan su
apoyo y su agresiva ratificación.
Es indudable que el celo evangelístico de la iglesia se relaciona directamente
con el fervor evangelístico del liderazgo de la iglesia. Nuestro Señor fue evangelista. Los apóstoles fueron evangelistas. Los primeros discípulos de los
apóstoles también fueron evangelistas (Hch 6.8; 8.5). Los primeros misioneros
fueron evangelistas. Podemos asumir que todos los líderes de la iglesia tenían
amor por las almas. ¿No deberían tener lo mismo los líderes de la iglesia de hoy?
¿No deberían ser los promotores principales de evangelismo en la congregación
de los santos?
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