Un lugar donde comparto extractos de libros que estoy leyendo y considero sean de utilidad para el lector
miércoles, 25 de noviembre de 2020
UNIFICADORES Y PACIFICADORES
martes, 10 de noviembre de 2020
El cristiano y los juegos de azar
¿QUE ENSEÑA LA BIBLIA RESPECTO A LOS JUEGOS DE AZAR?
Lo primero que debemos reconocer, es que NO hay una palabra explícita referente al tema en la biblia, pero si podemos llegar a una conclusión que mantiene un perfil consecuente con todo el consejo de la biblia.
Algunas personas piensan que los juegos de azar son una diversión inocente, mientras que otras creen que son un vicio peligroso.
¿Hay algo de malo en jugar por dinero?
LO QUE DICE LA GENTE
Mucha gente cree que los juegos de azar no hacen daño a nadie siempre que se practiquen dentro de la ley. Las loterías organizadas por el gobierno incluso destinan parte del dinero a programas de ayuda social.
LO QUE DICE LA BIBLIA
La Biblia no habla de los juegos de azar de manera directa. Pero sí da consejos que nos ayudan a entender cómo los ve Dios.
La razón de ser del juego es ganar dinero a costa de los demás, y eso es incompatible con lo que Jesús dijo:
Ø “Guárdense de toda suerte de codicia” (Lucas 12:15).
En realidad, la gente juega por codicia. Aunque las probabilidades de ganar son pocas, la industria del juego anuncia premios millonarios. El sueño de ser ricos hace que la gente apueste grandes cantidades en los casinos. En lugar de ayudar a las personas a evitar la codicia, el juego promueve el deseo por el dinero fácil.
El objetivo del juego es egoísta, pues se trata de ganar el dinero que otros jugadores pierden. En cambio, la Biblia anima a
Ø “que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona” (1 Corintios 10:24).
Ø Uno de los Diez Mandamientos es: “No debes desear [...] cosa alguna que pertenezca a tu semejante” (Éxodo 20:17).
Cuando un jugador está resuelto a ganar, en realidad espera que los demás pierdan su dinero para quedarse con él.
La Biblia también nos advierte que no veamos la suerte como una fuerza misteriosa que puede darnos prosperidad. En el antiguo Israel, hubo algunos que no tenían fe en Dios y empezaron a adorar al “dios de la Buena Suerte”. ¿Y qué le pareció a Dios? Él dijo:
Ø “Siguieron haciendo lo que era malo a mis ojos, y escogieron la cosa en que no tuve deleite” (Isaías 65:11, 12).
Es verdad que en algunos países parte de los fondos que se recaudan del juego legal pagan programas de ayuda pública; por ejemplo, programas de educación y de desarrollo económico. Pero cómo se utilicen esos fondos no cambia de dónde salieron: de actividades que promueven abiertamente la codicia, el egoísmo y la idea de conseguir algo a cambio de nada. Las loterías intentan presentarse a sí mismas como una forma de financiar programas educativos y/o sociales. Sin embargo, estudios muestran que los participantes de la lotería son por lo general, aquellos quienes pueden al menos tener recursos para gastar dinero en billetes de lotería. Para aquellos que están desesperados, el encanto de "volverse rico rápido" es una tentación demasiado grande como para resistirse. La oportunidad de ganar es infinitesimal, lo cual resulta en que las vidas de mucha gente terminen arruinadas.
“No debes desear [...] cosa alguna que pertenezca a tu semejante.” (Éxodo 20:17)
¿Qué daño produce el juego en las personas?
LO QUE DICE LA BIBLIA
La Biblia advierte de que
Ø “los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina” (1 Timoteo 6:9).
Ø La codicia es la raíz de los juegos de azar. Es tan corrosiva que la Palabra de Dios la pone en la lista de lo que debemos evitar a toda costa (Efesios 5:3).
Puesto que el juego promueve el dinero fácil, en realidad aviva el “amor al dinero”. La Biblia dice que ese amor “es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”. El deseo de tener más dinero llega a dominar la vida de uno. Lo podría llevar a sufrir ansiedad y a dañar su fe en Dios.
Ø Las Escrituras afirman que los que han caído en la trampa de la codicia “se han acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).
La codicia genera descontento, deja a las personas insatisfechas con su estado financiero y les roba la felicidad.
Ø “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos” (Ec. 5:10)
Millones de personas que se sintieron atraídas por el juego se encuentran ahora atrapadas. Tan solo en Estados Unidos hay millones de adictos al juego.
Proverbios 20:21 nos enseña que las personas codiciosas pudieran hacerse ricas, pero no tendrán la bendición de Dios. Además, quien se envicia con el juego podría endeudarse o arruinarse y perder sus amigos, su trabajo y hasta su familia. Seguir los consejos bíblicos nos protege de las consecuencias del juego.
“Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina.” (1 Timoteo 6:9)
La Biblia no condena específicamente el juego de azar, las apuestas o la lotería. Sin embargo, la Biblia nos advierte que
Ø nos alejemos del amor al dinero (1ª Timoteo 6:10; Hebreos 13:5).
Ø La Escritura también nos anima a mantenernos alejados de intentar "enriquecernos rápido" (Proverbios 13:11; 23:4-5; Eclesiastés 5:10).
Ø De manera definitiva, el juego de azar está enfocado en el amor al dinero, e indudablemente tienta a la gente con la promesa de riquezas rápidas y fáciles.
¿Qué diría la biblia sobre los casinos y las loterías? Los casinos utilizan todo tipo de planes de marketing para tentar al jugador a que arriesgue tanto dinero como sea posible. A menudo ellos ofrecen bebidas alcohólicas económicas y aún gratuitas, lo cual estimula la embriaguez, y de ese modo, ocasiona una disminución en la habilidad de tomar decisiones sabias. En un casino, todo está perfectamente aparejado para recibir dinero en grandes sumas y no devolver nada, a excepción de placeres momentáneos y vacíos.
¿Por qué las ganancias de la lotería no agradan a Dios? Mucha gente afirma comprar la lotería o jugar, a fin de poder dar dinero a la iglesia, o para alguna otra buena causa. Mientras este puede ser un buen motivo, la realidad es que pocos utilizan las ganancias del juego con propósitos piadosos.
Estudios muestran que la vasta mayoría de ganadores de la lotería, pocos años después de haber ganado el premio gordo, se encuentran en una situación económica aún peor de la que estaban al principio. Pocos, si es que hay alguno, en realidad dan el dinero a una buena causa. Además, Dios no necesita nuestro dinero para financiar Su misión en el mundo.
Ø (Proverbios 13:11) "El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece".
Dios es soberano y va a proveer para las necesidades de la iglesia a través de medios honestos. ¿Sería Dios honrado al recibir dinero donado de la droga, o dinero sustraído en el asalto a un banco? Por supuesto que no. Dios no necesita o desea dinero que fue "robado" a los pobres por la tentación de las riquezas.
Ø (1Timoteo 6:10) "Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores".
Ø (Hebreos 13:5) "Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré, jamás te abandonaré".
Ø (Mateo 6:24) "Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas".
En su Palabra, Dios muestra al trabajo como la manera normal de ganar el dinero que se precisa para vivir
Ø (Ef. 4:28) El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
Ø (II Tes. 3:12) 10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
Ø ( Prov. 31)
Ø Cuando una persona no puede trabajar, la segunda opción es la oración (Fil. 4:6, 19).
Todas mis entradas le pertenecen a Dios, no a mí (Sal. 24:1), y yo no debería utilizarla como a mí me parece. Yo soy un mayordomo de Dios y debo utilizar el dinero de acuerdo a los propósitos de Dios. Los Cristianos son llamados a suplir las necesidades de sus familias (I Tim. 5:8), y también compartir con otros, particularmente con otros crisitanos que tienen necesidad (2 Cor 8-9; Gal. 6:6-10; 3 Juan). Pregunta: ¿Desea Dios que yo utilice mi dinero para comprar un billete de lotería?
Dios utiliza el dinero para lograr importantes propósitos para mi vida:
Ø Suplir necesidades básicas (Mat. 6:11; I Tim. 6:8).
Ø Construir mi carácter (Fil 4:10-13)
Ø Darme dirección al proveer o retener recursos económicos en mi vida.
Ø Ayudar a otros por intermedio de mí.
Ø Mostrar su poder al proveer milagrosamente.
Pregunta: ¿Los juegos de azar proveen estos resultados? ¿Estoy esperando en Dios o en la lotería para la provisión de mis necesidades?
La codicia y la avaricia son pecado (Ex. 20:18; I Tim. 6:9; Heb 13:5), y estos son los motivos en la mayoría de los juegos de azar.
Proverbios advierte acerca de desastres para las personas que desean enriquecerse rápidamente (28:20,22).
La riqueza que llega fácilmente, también se va fácilmente (Prov. 13:11).
La riqueza obtenida de forma incorrecta destruye las familias (Prov. 15:27).
El juego de azar puede ocasionar una adicción, y aunque tú no caigas presa de él, no obstante tu ejemplo puede ocasionar que otros caigan esclavos del mismo (I Cor. 8:9, 13).
[ Si esta información le ha sido de ayuda, le rogamos que, en oración, considere la posibilidad de efectuar un donativo para ayudar a sufragar los gastos derivados del mantenimiento de este servicio que tiene como propósito edificar su fe y la de su familia. Los donativos son deducibles de la declaración de impuestos. ]
Autor: Dr. John Bechtle
sábado, 7 de noviembre de 2020
La Mujer en el Ministerio
LA MUJER Y EL MINISTERIO
domingo, 1 de noviembre de 2020
Extractos de Santidad - J. C. Ryle
EXTRACTOS DE SANTIDAD (J. C. RYLE)
“Asegúrate de que tu arrepentimiento sea un arrepentimiento que incluye una renuncia total al pecado. La gente sentimental puede derramar lágrimas cuando los domingos escucha sermones llenos de emoción, y no obstante, vuelven al baile, al teatro y a la ópera durante la semana… Los sentimientos en la religión son más que inservibles, a menos que estén acompañados por la práctica. Una mera emoción sentimental, sin abandonar totalmente el pecado, no es el arrepentimiento que Dios aprueba”.
“Cuidado con hacerte un Dios propio: un Dios lleno de misericordia, pero no justo; un Dios lleno de amor, pero no santo; un Dios que tiene un cielo para todos, pero infierno para nadie. Tal Dios es un ídolo tuyo. No es el Dios de la biblia”.
— J. C. Ryle
Al asumir os principios de santidad, citamos del libro llamado “Santidad”, escrito por el Obispo Anglicano, J.C. RYLE, de Liverpool a fines del siglo XVIIII. Este libro valioso y oportuno ha sido reimpreso con la aprobación de D.Martín Lloyd-Jones.
“Por muchos años he tenido la profunda convicción de que, en este país, la santidad practica y la total consagración a Dios no son suficientemente consideradas por los cristianos modernos… el tema de la santidad personal ha caído tristemente al patio trasero. En muchos barrios el estándar de vida se ha vuelto dolorosamente bajo… es mi firme impresión que nosotros necesitamos una renovación amplia de santidad bíblica…
No obstante y con certeza las escrituras nos enseñan que para buscar la santidad, los verdaderos cristianos necesitan un esfuerzo personal y trabajo, así como también fe…
Es seguro que el Nuevo Testamento nos enseñan que necesitamos algo más que generalidades acerca de la vida en santidad, generalidades que a menudo no mueven la consciencia y no ofrecen agravio. Los detalles e ingredientes particulares de los cuales la santidad está manifestada en la vida diaria, deben ser completamente determinados y entregados con fuerza a los creyentes por quienes dicen manejar el tema.
La verdadera santidad no consiste meramente en creer y sentir, sino en hacer y soportar, y en una evidencia practica de la gracia activa y pasiva. Nuestras lenguas, nuestros temperamentos, nuestras pasiones, e inclinaciones naturales- nuestra conducta como padres, e hijos, maestros y siervos, esposos y esposas, legisladores y legislados- Nuestro vestido, nuestro tiempo laboral, nuestro comportamiento en los negocios, nuestro comportamiento en enfermedad y salud, en la riqueza y en la pobreza, todo, todas estas materias que son ampliamente tratadas por escritores inspirados, no están relacionadas con aseveraciones generales de cómo nosotros debemos creer y sentir, y como vamos a plantar las raíces de la santidad en nuestros corazones. Ellas van a lo más profundo, ellas van a lo particular. Especifican en detalle lo que un hombre santo debe hacer y ser dentro de su propia familia, cerca de su propio fuego, si el permanece en Cristo…
Estoy convencido que el primer paso para lograr asir un mayor grado de santidad, es darse cuenta de la sorprendente impureza del pecado… nunca estemos avergonzados de alcanzar mayor santificación y por luchar por un alto estándar de santidad. Mientras algunos están satisfechos con un miserable y bajo grado de logro y otros no se sienten avergonzados de vivir sin santidad en absoluto… busquemos la eminente santidad por nosotros mismos y recomendémosla valientemente a otros. Está es la única forma de ser realmente feliz.”
RYLE definió “la verdadera santidad práctica” de la siguiente manera:
Ø “La santidad es el hábito de ser de una mente con Dios de acuerdo a lo que encontramos descrito en las escrituras de lo que su mente es…”
Ø “Un hombre santo se dedicará a evitar todos los pecados conocidos y guardar todos los mandamientos conocidos…”
Ø “Un hombre santo luchará por ser como nuestro Señor Jesucristo…”
Ø “Un hombre santo buscará mansedumbre, paciencia, bondad, templanza, control de su lengua, el soportará mucho, perdonará mucho, vigilará más y será más tardo en defender sus propios derechos.”
Ø “Un hombre santo buscará templanza y abnegación. Trabajará para mortificar los deseos de su cuerpo, para crucificar su carne llena de afecciones y deseos, frenar sus pasiones, reprimir sus inclinaciones carnales, no sea que ellas en cualquier momento se desaten…”
Ø “Un hombre santo buscará la caridad y la amabilidad fraternal…”
Ø “Un hombre santo irá en pos del espíritu de misericordia y benevolencia hacia otros…”
Ø “Un hombre santo irá en pos de la pureza de corazón…”
Ø “Un hombre santo irá en pos del temor de Dios… el temor de un niño que desea vivir y moverse como si estuviera siempre frente a la cara de su padre porque lo ama.”
Ø “Un hombre santo irá en pos de la humildad…”
Ø “Un hombre santo será fiel y leal en todos sus deberes y relaciones de la vida…”
Ø “Último pero no menos importante, un hombre santo irá en pos de la espiritualidad…”
No digo no por un momento que la santidad le cierre la puerta al pecado que mora en nosotros… pero es la excelencia de un hombre santo que el no tenga paz al lidiar con el pecado, como otros la tienen… el trabajo de la santificación en el es como la muralla de Jerusalen- el edificio se mantiene aún en tiempos de problemas… tampoco quiero decir que la santidad trae madurez y perfección, al mismo tiempo, y que estas gracias/dones a los que me he referido deben ser encontradas en pleno florecimiento y vigor antes de que usted llame santo a un hombre… la santificación es siempre un trabajo progresivo.
El dio las siguientes razones para la santidad práctica:
a) “Como primera cosa, debemos ser santos porque la voz de Dios en las escrituras claramente así lo ordena…”
b) “Debemos ser santos porque es el gran objetivo final y propósito por el cual Cristo ha venido al mundo…”
c) “Debemos ser santos porque es la única evidencia firme de que tenemos la fe salvadora en nuestro Señor Jesucristo.”
d) “Debemos ser santos porque es la única prueba de que amamos a Jesús con sinceridad…”
e) “Debemos ser santos porque es la única evidencia rotunda de que somos verdaderos hijos de Dios…”
f) “Debemos ser santos porque es la forma más acertada de hacer bien a otros…”
g) “Debemos ser santos porque nuestra comodidad de hoy depende mucho de ello…”
h) Finalmente, debemos ser santos porque sin santidad en la tierra nunca estaremos preparados para disfrutar el cíelo.”
No le estoy preguntando si usted va al templo regularmente, o si ha sido bautizado y ha participado en la Cena del Señor, o si usted es llamado cristiano. Le pregunto algo más que todo eso: ¿Es usted santo?, ¿Es santo hoy mismo o no lo es?... ¿ y porque le pregunto tan directa y enfáticamente esto? Lo hago porque las escrituras dicen: “SIN SANTIDAD NINGÚN HOMBRE VERÁ A DIOS”…. ¿Piensa que siente la importancia de la santidad como debe?
No me hable de justificación a menos que tenga Tambien algunas marcas de la santificacion. No presuma de la obra de Cristo en usted, al menos que pueda mostrarnos el trabajo del Espíritu en usted.
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